jueves, 25 de marzo de 2010

Chiclayo próxima prueba de tremendo valor

"Ya viene, enseguida llega el primero". Boselli... cerca del palo. "Está al caer, en cualquier momento". Otra vez Boselli... nada. "La tercera será la vencida, ahora los embocamos". "La Gata"... casi, pero no. "Tranquilo viejo, es cuestión de minutos; no desesperemos, la fruta ya está madura". Angeleri... "¡uuuhh!", por arriba del travesaño. "El baile que se están comiendo los bolivianos es tremendo, pero si no la metemos rápido me va a dar un ataque de nervios".

Así, con frases de ese tenor, soltadas en un genuino tránsito de la calma al nerviosismo, transcurrió un primer tiempo monologado por la abrumadora superioridad de Estudiantes. Sólo un tiro de media distancia, con inconfundible sello brasileño, interrumpió la modorra de Orión. Después, todo fue para el otro lado. Rojo y blanco a full. Sólo podía haber goles en un arco. Se desató una catarata de apuestas sobre el minuto en que la pelota iba a sacudir, por primera vez, la red del digno y esforzado Carlos Arias.

Por eso, el pitazo final para ir al descanso hizo fastidiar a los mismos entusiastas que antes habían disfrutado. Estudiantes de La Plata cero, Bolívar de La Paz cero, un milagro que sólo el deporte más lindo podía concebir. Los apabullantes méritos del último campeón continental, quien prácticamente había vedado el cruce de la frontera de mitad de cancha, eran desechados por la gélida concepción estadística. Hasta ese momento, más o menos las ocho y veinte de la noche del último martes, los del altiplano estaban sumando un punto, exactamente lo mismo que Verón y compañía.

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